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viernes, 12 de octubre de 2012

La Manzana y El Viaje


-           Holly despierta, llegaremos tarde - Holly se despertó sin ganas mientras el abría la persiana y le quitaba las sabanas para que lo hiciera lo más rápido posible - a la ducha volando. En 15 minutos debes estar arreglada. No se para que tienes un despertador si no lo escuchas.

-           No hables tan alto, todo me retumban los oídos. Ya me arreglo, en 15 minutos estaré arreglada - se besaron y él se marcho para no entorpecerla.

Holly se arreglo rápido, aun estaba dormida cuando salió de la habitación perfectamente arreglada, ya no tenía la maleta y no sabía que le había metido él en ella. Bajo las escaleras con su bolso en uno de sus hombros sonriéndole, esta allí abajo esperándole muy guapo.

-          Estas guapísima, pero apura que llegaremos tarde. Toma para el camino - le lanzo una manzana.

-          Me he dado cuenta de algo, desde que nos declaramos amor la única fruta que hemos tomado es manzana - él se rio y Holly le siguió con la boca dulce y mojadita por la manzana - ¿A dónde vamos?

-           Es una sorpresa, ya te enteras cuando estemos en el aeropuerto - aquello le desconcertó. No quería ir en avión, no quería volar sin saber a dónde y con qué condiciones de vuelo.

Llegaron al aeropuerto en menos de 25 minutos ya que el tráfico aquella hora era más o menos fluido. Ella le ayudo con las maletas mientras el sacaba los billetes y los pasaportes de ambos, iban a viajar fuera del país eso estaba segura.

Llegaron a donde tenían que facturar las maletas y cuando ella vio que iban a Roma alucino, nunca había estado allí y siempre había tenido ganas de ir.

-          Gracias por llevarme a Roma - Holly le abrazo y el sonrió.

-           No hay de que, tengo que ir un día hacer cosas del trabajo y el resto de la semana soy todo tuyo - ella le beso, no podía creerse que iba ir a Roma y aun encima con el chico al que amaba por encima de todas las cosas.
Cuando se acabo la manzana la tiro a un contenedor y pasaron el control de seguridad.

-          ¿Que hacéis con manzanas en la bolsa? - pregunto uno de los vigilantes.

-          Nos encantan y es la única fruta que puedo tomar – respondió él y el vigilante les dejo pasar con la bolsa en la que había 7 manzanas, una por día.

-          Estás loco - Holly comento mientras caminaba por el aeropuerto en busca de su puerta de embarque. El vuelo duraría 6 horas así que debía de haberse traído algo para leer - iré a la librería a comprar algo para leer.

-          No hace falta - él le agarro del brazo, le aplasto en su pecho y con la mano libre le enseño su E-Reader, ella le beso, estaba en todo. Era una caja de sorpresas, era su príncipe andante, era la persona que le sorprendía día a día - yo también traje para leer - saco el cuaderno en el que había escrito ella desde el primer día y se sonrojo. También saco el otro y Holly vio que ya había empezado a escribir en el.

Encontraron la puerta de embarque, vieron que había un poco de cola, así que ella fue antes al baño y a comprar agua y algo para comer (porque en los aviones los precios son más caros que en el aeropuerto y allí no hay tanto para comer como en la tienda del aeropuerto).

Subieron al avión cuando pudieron hacerlo, ella le agarro la mano izquierda, le daba un poco de cosa despegar, le ponía nerviosa.

-          En nombre del capitán y del resto de la tripulación les deseamos un buen vuelo y que en menos de 10 minutos despegaremos - se escucho por los altavoces.

-           Relájate - él le beso en la frente - ya verás como todo irá bien. Confía en mí.

-          Ya lo hago, pero nunca me ha gustado el despegue y el aterrizaje. Sé que he viajado un par de veces, pero nunca me acostumbro.
El hombre que tenia ella al lado miro a Holly preguntándose como podía comportarse así una joven de su edad. Holly no le presto atención, solo cerró los ojos y respiro con calma, intento olvidarse de que despegaría pensando en lo que harían en Roma, en la capital de Italia, en una de las pocas ciudades que ella quería de visitar antes que ninguna otra ciudad.

Cuando estuvieron estables ella abrió los ojos y le pidió a el que le pasara su E-Reader y su bolso. Cogió de su bolso su móvil y los cascos. Se sumergió en la música, puso aleatorio para que le sorprendiera y dio la casualidad que le toco un cantante italiano.

-          En 3 horas les daremos algo de comer, así que no se preocupen por el vuelo. También les daremos en unos minutos si quieren unos cascos para que puedan ver una de las películas que pondremos hoy. La primera será Harry Potter: Y las Reliquias de la Muerte I y luego a continuación después de una hora le pondremos la segunda parte - comunicaron.

-          Quiero ver la película, hace tiempo que no las veo, mientras las veo leeré el libro - Holly estaba decidida. Sus tripas rugieron y él le dio un poco del bocadillo que ella había comprado - gracias.

Las azafatas fueron preguntando si querían los cascos, ambos los aceptaron mientras que el señor los rechazo, lo único que pidió fue una manta y una almohada. Saco de uno de sus bolsillos un antifaz y cuando estuvo cómodo se durmió.

-           Bueno, así no molesta - comento mientras Holly jugaba con su pelo mirando a su novio sonriente.

A las 3 horas las azafatas pasaron con las bandejas de comida. Ella para beber pidió un poco de agua y él coca cola. Abrieron su bandeja, de primero una crema de verdura que no probaron porque no les parecía buena, de segundo a él le toco carne con patatas y a ella macarrones. El señor se despertó y miro a la pareja como se daban mutuamente de comer, miro su bandeja y vio macarrones, llamo a la azafata y le comento que no podía comerlos ya que era alérgico al tomate. Molesto a ambos que tuvieron que dejar de comer hasta que el señor tuviera su comida. Cuando terminaron miraron el postre y vieron en una bolsa hermética manzana cortada.

-           Esto ya es algo serio - ella señalo la bolsa - las manzanas nos persiguen.

-          Eso parece - ambos se besaron, ella le abrazo mientras esperaba a que pusieran la siguiente película. El continuo leyendo el cuaderno, ella harta de esperar se puso a leer.

Cuando aterrizaron, ambos se fueron a las cintas a recoger su equipaje. Esperaron impacientes hasta que las cintas se pusieron en marcha. Sus maletas salieron de las primeras y lo agradecieron. Estaban cansados de un vuelo tan largo y lo único que querían era descansar un poco o darse una ducha caliente antes de salir a cenar fuera. A fuera, les esperaba un coche, era el coche que el jefe de él le había puesto para llegar pronto a los sitios a los que irían el miércoles.

-           Me encanta ver la ciudad tan de noche, me parece preciosa - ella miraba por la ventanilla la majestuosidad de la ciudad y él se limito a observar a Holly todo el trayecto. Hacían una pareja perfecta y nadie podría decir lo contrario.

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