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sábado, 29 de septiembre de 2012

La Manzana y El Bar


Se encontraba bebiendo en la barra del bar, había tenido un mal día, no había echo nada bien y para colmo Holly no había vuelto de trabajar para alegrarle un poco el día. Pidió otra copa, necesitaba ahogar sus penas y esa era la solución mas viable veía en ese momento. Cuando tuvo la bebida dio un pequeño sorbo, necesitaba ya a Holly. Le mando un mensaje y ella no le contesto, seguiría en el trabajo.

-                      ¿Quién soy? - Holly pregunto tapándole los ojos para que no la viera.

-                     Holly - como había acertado se besaron en un beso sabor a alcohol - Te mande un mensaje y no me respondiste.

-                      Porque tengo una sorpresa - saco de la bolsa un paquete y una manzana que dejo en la barra, él ansioso abrió el paquete y vio en él una agenda en tonos negros con dibujos en tonos rojos y dorados de flores - para que leas algo. También puedes escribir en ella para que yo lo lea.

-                      Me gusta, veo que ya has escrito algo - miro que había por lo menos escritas 10 páginas, estaban por días para no tener que leer todo del tirón - "Perdóname, necesito decirte la verdad, pero no sé cómo hacerlo. Te veo con esas mujeres día tras día y me pongo mala. No sé cómo no te fijas en mí, en tu compañera de piso, en esa compañera que te da consejos y te ayuda cuando más lo necesitas. Sé que no lo haces porque pensaras que yo no corresponderé tus sentimientos, pero te equivocas lo hare" No sabía que te pasaba esto.

-                     Ya ves - Holly lloraba al escuchar aquello de nuevo, ya había llorado al escribirlo y ahora al escucharlo volvía a llorar.

-                     "Ya no puedo más, he sido paciente y para nada ha servido. Me iré de tu vida, alejarme será lo mejor que haga, será lo que me ayude a olvidarte. Si me quieres detenme" - él miro a Holly asombrado con lo que Holly escribía en esa agenda - no sabía que pensabas en marcharte. Ahora no lo hagas nunca. "Al fin me has dicho que sientes por mí, ahora no me iré de aquí, me quedare a tu lado para siempre, me encanto la forma en la que te has declarado. Eres mi príncipe, la persona a la que siempre querré. A la que siempre amare, a la nunca dejare marchar de mi vida. Todo lo que te quiero decir se resume en pocas palabras: Lo que ciento no se puede decir con palabras es mejor expresarlo con gestos. Espero que cuando te regale este cuaderno en forma de diario de amor te guste como a mí y escribas para mi"

-                      No llores, estas más guapo si no lloras - Holly noto que las lagrimas salían de sus ojos, le beso mientras a ambos le caían las lagrimas.

-                     Te Amo, eres el regalo más grande que alguien me ha hecho - unieron sus frentes y se miraron. Se volvieron a besar, la sabia ya lo que ella pensaba sobre él en esas pocas páginas. Luego ella saco de su bolso otro cuaderno y el vio que estaba todo escrito. Holly le explico que este diario lo había escrito desde el primer día que se habían conocido y era todo sobre él. Él le prometió que se lo iba a leer y que escribiría sobre ella en el cuaderno. Se volvieron a besar en un dulce y suave beso seguido de unas caricias. Allí en el bar mientras de prometían amor eterno el lanzaba al aire la manzana que minutos antes ella había dejado en la barra, porque el regalo más grande que ambos habían recibido era la compañía del otro.

lunes, 24 de septiembre de 2012

La Manzana y La Cocina


Holly se había despertado pronto, no podía seguir durmiendo sabiendo que tenía que trabajar y que él estaba en la habitación contigua durmiendo. Fue a la cocina desierta con su fino camisón y en los pies llevaba unos calcetines gordos, se preparo el desayuno y mientras esperaba a que se calentara cogió una manzana a la que le marco con un mordisco un poco de sus dientes.

El microondas pito y la cafetera también haciendo un ruido atroz y molesto hizo que él se despertara.

-                     Lo siento - ella le miro, el solo llevaba puesto unos calzoncillos y unos calcetines - que sexy estas.

-                     Tú también - él se acerco a Holly, le robo una de las tostadas y le beso en la frente - ya que me han despertado los ruidos de la cocina ya desayuno y te hago compañía.

-                      Deja de robarme comida - el cogió un poco del café que ella había preparado y también un poco de leche - prepárate tu las cosas vago.

Él para callarla le beso, en un beso cálido que la próxima vez sabría a mermelada y a mantequilla. Holly se sirvió el café bajo la atenta mirada que él poseía esa mirada que le dejaba sin respiración y le transportaba junto a la sonrisa que él tenia a un mundo mágico, lejos de allí y el cual solo ellos conocían.

-                     Sigo diciendo y lo diré siempre que eres guapísima y al levantarte después de asearte la cara un poco estas preciosa, me gusta verte así, sin maquillar, dejando que salga tu verdadera belleza - Holly estaba tan entretenida con su tostada que cuando termino de darle el bocado le beso, en un beso con sabor a mermelada de fresas - me gusta el contraste entre mis labios y los tuyos.

-         Me alegro que te guste y espero que sea así durante mucho tiempo, no quiero cambiar, seguiré así para ti para siempre - Se volvieron a besar en un beso pegajoso y dulce a la vez, un beso que duraría eternamente si el tiempo se parara en ese momento.

 

La Manzana y La Habitación


Holly abrió la puerta de su habitación, se encontraba cansada después de un duro día de trabajo y lo único que necesitaba era descansar un poco antes de comer. Pero le iba ser imposible, ya que él se encontraba sentado en el sofá que estaba en un lado de la habitación que Holly poseía en ese piso, estaba otra vez con traje, con la manzana en una de las manos, a la que le faltaban dos trozos, lanzándosela y cogiéndola al vuelo, y en la otra mano tenía una agenda digital. Holly la reconoció enseguida, era la suya y lo sabía porque en la funda tenía una pegatina de un corazón.

-                     ¡Devuélvemela! - le ordeno ella. Pero el no quiso.

-                      Interesante, me parece muy interesante lo que escribes aquí - ella empezaba a cabrearse.

-                      Lo que escribo aquí no es te tu incumbencia - ella le quito la agenda digital de la mano y la apago - Como vuelvas a leerlo te enteras, seré capaz de hacerte mucho daño, no me pruebes.

-                      Me gusta cuando te enfadas, estas sexy - ella le miro extrañada, ¿se encontraba sexy cuando se enfadaba? Lo dudaba, aunque si él lo decía le alagaba - ven.

Ella se acerco a él y se sentó en su regazo, le tenía muy cerca, estaba contemplando como respiraba mientras el contemplaba a Hoy como le miraba sonriente.

-                      Sabes que siempre te querré - ella se acerco a él y ambos se fundieron en un cálido y merecido beso.

-                      Yo también te querré siempre, incluso más que ahora - el sonrió, ella era genial, no podía creer que estuviera con él, no entendía como Holly era así de especial, nunca lo entendería. Pero aun así le daba igual no entenderlo, le encantaba que Holly le quisiera como él o incluso más.

Ella empezó a besarle el cuello, necesitaba adrenalina y eso que estaba un poco cansada. Le quito la chaqueta del traje, la camisa le quedaba muy bien. El de camisa estaba genial y sobre todo guapo. Él le quito a ella la chaqueta que todavía no había tenido tiempo de quitarse. Miro como le quedaba el vestido azul.

-                     Estás preciosa con este vestido - ella le dio las gracias. Nunca se había encontrado tan bien con alguien y ahora estaba con él no podía creérselo.

-                     Y tú estás arrebatador con esa camisa.

Ambos se miraron, Holly necesitaba dormir, pero por otro lado no quería echarle de la habitación, fue cerrando los ojos hasta apoyar su frente contra la de él.

-                     Se nota que estas cansada - ella le asintió - vamos a la cama cariño, necesitas descansar.

-                     No, quiero sentirte y si me duermo no podre sentirte - ella se quejo.

-                      Me quedare a tu lado todo el rato, así podrás dormir tranquila - ella acepto, no quería que se fuera de la habitación, le quería con ella a toda costa, quería dormirse con él a su lado - te despertare cuando comamos - ella acepto, no podía creerse que él se quedara a su lado mirando como dormía y leyendo un libro, uno en papel.

Se acostaron, ella se había puesto algo más cómodo para poder descansar y el mientras había cogido el libro que pensaba leer. Se quito los zapatos y se acostó en la cama de matrimonio que ella tenía con sabanas en un azul cielo y una colcha en diferentes tonos. Ella se acostó, se apoyo en el pecho de él y enseguida tapadita se quedó dormida, estaba muy cansada y se notaba. El contemplo como respiraba, era una respiración suave y rítmica. Allí se encontraba a gusto, Holly era genial, era tan perfecta que no quería perderla en la vida.

La Manzana y Los Sentimientos


Impecable con aquel traje recién planchado que le quedaba genial y que olía a la fragancia del suavizante, apareció por la sala feliz y silbando. El era demasiado para ella, pero aun así ella sentía cosas hacia él, cosas bonitas como cariño, respeto e incluso amor. No sabía cuando había sentido aquello último, pero le quería o mejor dicho le amaba mucho y para bien.

-                      Hola - él le sonrió, con aquella ignotica sonrisa que él solía poner.

-                      Hola - ella miro al suelo, no podía verle a los ojos porque se perdería entre ellos y no sabía porque se perdía entre aquellos ojos de color gris.

-                      ¿Quieres? - le enseño una reluciente manzana roja que había escondido detrás y que ahora tenía en su mano derecha. Ella miro la manzana tan perfecta y recién lavada, se podía saber porque todavía las gotas le caían por su reluciente piel. Ella asintió y se dispuso a cogerla, pero él, mas rápido le dio un mordisco, un pequeño y casi redondeado mordisco, ella no se lo tomo bien, no le gustaba que hiciera estas cosas.

-                     Que te sienta mal - ella le picaba, si él le picaba ella también lo hacía.

Él le aparto la manzana y para que no la cogiera la puso lo más alto que su brazo llegara. Ella intento quitársela, pero fue imposible, no pudo y desistió, ya que empezaba a cansarse y a hiperventilar.

-                     ¿Estás bien? - dejo encima de la mesa más cercana la manzana y le dijo a ella que se sentara, que debía respirar calmada y con respiraciones cortas - no debía haberte quitado la manzana cuando te la ofrecí. Lo siento mucho.

-                     No pasa nada, me pasa esto muy amenudeo, para eso tengo un inhalador, pero gracias por preocuparte - ella le abrazo, el correspondió el abrazo y le toco el pelo con la mano contraria a la que había estado tocando la manzana para no ensuciarle su precioso cabello castaño rojizo.

Se separo de él, tenerlo tan cerca hacia que su corazón latiera el doble de rápido. Fue a la mesa y cogió la manzana, victoriosa le dio un mordisco.

-                      Ahora estamos en paz - ella le sonrió después de limpiarse el agua que la manzana había desprendido de sus labios.

-                      Deja que te ayude a limpiarte - otra vez se acerco a ella, el vello de ella se erizo tan rápido que se sintió tonta. Cada vez el se acercaba mas a ella, ella no conseguía moverse, no conseguía hacer nada - Estas preciosa - le aparto el pelo que tenía en la cara y le acaricio la mejilla - Me haces sentirme estúpido a tu lado.

-                      Pues no deberías sentirte estúpido, no lo eres. Tu eres inteligente - ella le respondió - eres perfecto para mí - no sabía por qué había dicho aquello ultimo, pero ahora no podía ratificar.

-                     Tú para mi eres única, eres la única chica que no ha intentado nada conmigo el primer día que nos conocimos y eso es algo que me gusta de ti, que yo no te quiero solo por mi físico - ¿Como podía saber el que ella estaba por él?

-                      Gracias por tus cumplidos, pero no debes complacerme, así que déjalo - ella quería que le besara de una vez, no lo iba hacer ella, quería que él lo hiciera, que le diera el primer paso - sabes que yo nunca haría nada raro, no te quiero solo por tu aspecto físico, te quiero por cómo eres, por ser un chico listo y una buena y generosa persona. A parte de los gusto que tenemos en común. No te merezco y si me dices que no lo entenderé.

Las lágrimas empezaron a brotarle de los ojos y el noto alguno en la mano que tenía en una de las mejillas de ella. Le seco algunas lágrimas, pero acto seguido le salieron más.

-                     No llores, oído verte llorar - ella no pudo más y se marcho a su habitación, no podía seguir con el tan cerca - no te marches.

-                     Lo siento - ahora fue ella la que se disculpo.

Cuando llego a su habitación cerró la puerta y se sentó apoyada en la puerta con las piernas encogidas a continuar llorando por él. "Soy tonta" dijo para sí.

-                     Hoy sal por favor, no eres tonta y deja de llorar. Te quiero y lo único que quiero hacer es estar contigo - le dijo él a través de la puerta.

-                     Déjame, no voy a salir. Necesito estar sola y pensar en lo que ha pasado.

-                      Como quieras, cuando te canses de llorar ya sabes dónde estoy - supo que él se marchaba porque escucho sus pisadas por la estancia hasta salir de ella.

Ella seguía allí llorando con la manzana en la mano, cogió un poco de papel de aluminio y la envolvió para que no se estropeara y poder conservarla tan perfecta con esos dos mordiscos. Cuando dejo de llorar salió de allí después de verse en el espejo. Fue a por él, se encontraba en el bar que actualmente estaba cerrado, estaba en la barra bebiendo una copa mientras su expresión era de tristeza. Ella le contemplo, tenía miedo a equivocarse, pero debía intentarlo, debía dejarle las cosas claras.

-                     Hola, he vuelto - se sentó a su lado, en el taburete que se encontraba a su izquierda. Pidió lo mismo que él y mientras esperaba a que el reaccionara bebió un poco.
- Hoy debes entender que esto para mi es nuevo, nunca he salido con una chica - ella sabía que él había estado con muchas mujeres y nunca vio a ninguna de aquellas jóvenes más de una vez - Llevo tiempo enamorado de ti. Y ahora que los sentimientos de ambos han salido a la luz, quiero decirte sal conmigo en una cita y no te arrepentirás.

-                      Pues no sé qué decirte.

-                      Solo di sí. No hay mucho que pensar - el miro a los ojos de Hoy, aquellos ojos que veía a todas horas, ya que compartían piso desde hacía ya 3 años, 4 meses y 15 días. Ella intento mirar para otro lado, pero él le agarro del mentón y acerco mas su taburete para poder tenerla más cerca.

Aparto la copa que ella sostenía en la mano, no quería que se la tirara por encima.

-                     ¿Qué dices? - él quería saber si tendría la oportunidad de salir con Holly en una cita. Ella no hablo, estaba perdida entre los ojos que el portaba.

Sonrió y se dejo llevar por el momento de éxtasis y llego el deseado beso que ella llevaba deseando desde hacía 3 años y medio, desde que se habían conocido cuando ella buscaba un piso barato. Fue un beso con sabor a whisky pero a ninguno les importo.

-                     ¿Esto quiere decir que aceptas salir conmigo?

-                     ¿Te tengo que repetir mi respuesta? - él asintió y ella se acerco de nuevo a sus labios y se volvieron a besar - ahora no me lo hagas volver a repetir porque no lo hare - él sonrió feliz, mientras ella bebía un poco. Estaba feliz allí con él en el bar que él había heredado y que ahora tenía, el cual estaba pegado a su casa.

El móvil de él sonó y la canción que sonó fue Reencuentro de Supersubmarina, Holly dijo que esa sería su canción, así que cada vez que la escuchan se acordarían el uno del otro y el acepto. Ella cambio el tono de llama para cuando el llamara y puso esa canción, así cada vez que él le llamara saldría su canción, esa canción que habla de amor y de sentimientos.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Una Noche Mágica


Se habían conocido en una fiesta tiempo atrás, había  compartido muchas cosas juntos. Pero esa noche iba a ser especial se miraron a los diciéndose todo. Sabían que esa noche la iban a recordar toda su vida, que sería una noche que ninguno de los quería que terminara,… En definitiva, iba a ser mágica y muy romántica.

Se besaron cuando supieron que debían hacerlo, se besaron en las escaleras, porque no les importaba que la gente les vieran, al contrario, querían que la gente supiera que se amaban de una manera muy especial y romántica.

Subieron por las escaleras corriendo al piso de él, se desnudaron y lo hicieron besándose mientras el sol se ponía a sus espaldas y sabían que se ponía porque el sol estaba bajo y pegaba fuete en la espalda de él; ya que era él el que estaba encima besándola.

Cuando terminaron, él se quedó acostado boca arriba mirándola y ella se acostó boca abajo mirándole. Se miraron tiernamente, de una manera que nunca habían hecho antes. Se querrían demasiado por todo lo que habían pasado juntos y aún les quedaba mucho por vivir juntos.

Las Rosas y El Olor


Se encontraba esperándole con un vestido rojo oscuro largo y con volantes en la barandilla de las escaleras de metal que su edificio tenía en la parte trasera.

No le veía venir y eso le preocupaba. Mientras tanto, él corría todo lo rápido que podía con unas rosas en una de sus manos para entregárselas a su chica, sorteaba los coches parados y los que esperaban en el semáforo, ya que necesitaba llegar cuanto antes, porque quería volver a verla para volver a verla para contemplar cada milímetro de su rosto y sobre todo oler el aroma que desprendía. Ese olor fresco y que tanto le gustaba.

Él llegó a las escaleras, saltó hacia ellas y empezó a trepar hasta llegar a un sitio donde podía correr. Subía a toda prisa los escalones que le separaban de ella, mientras tanto ella se impacientaba, ya que se había puesto así de elegante solo por él. Cuando le vio con las rosas en la mano, le sonrió cariñosamente, con una sonrisa picarona.

Cuando ella tuvo las rosas, primero se miraron y acto seguido se abrazaron en un cálido y tierno abrazo, en el cual pudo olerle el perfume que tanto le gustaba. Se abrazaron durante un largo tiempo, un abrazo sincero y claro, hasta que él se tuvo que marchar.

Él se marchó dejándola a ella en la barandilla de metal mirando como él se marchaba escaleras abajo. Ella sintió tristeza de no tenerlo aún entre sus brazos; pero aún le quedaban las rosas que con anterioridad él le había regalado.

Intentó no llorar, pero lloró, no podía remediarlo, le quería demasiado y él lo sabía. Él caminaba por las calles mientras pensaba volver a verlo, pero no podía; porque tenía otras cosas importantes que hacer; pero no le importaban tanto como ella, así que dio marcha atrás y repitió lo de antes menos el entregarle las rosas. Cuando ella lo vio dejó de llorar y se volvieron abrazar, en un abrazo lleno de sentimientos positivos.

Las Rosas, El Beso y El Amor


Ella se encontraba buscando en su armario algo que ponerse mientras sujetaba con una de sus manos el vestido que tenía puesto y estaba desabrochado. Como no encontró nada que le llamara la atención, se abrochó el vestido que llevaba puesto y que le hacía una figura elegante.

Llamaron a la puerta y le entregaron un ramo de rosas blancas con tonos rosáceos. Se acostó un momento en el sofá para poder contemplarlas y  olerlas. Sabía que eran de él, aunque no hubiera ninguna nota, ya que él siempre era tan romántico. Y también lo sabía porque él era el único que sabía que esas eran sus flores favoritas.

Salió de su casa rumbo a la de él. Le encontró en las escaleras que daban a la entrada y llevaba un traje que le quedaba perfecto y con una pajarita. Ella se acercó a él, se quedó contemplando a escasos centímetros de sus labios, después de un rato, se besaron. 

En un cálido y profundo beso, un beso tan perfecto que ninguno quería que acabara, pero debía terminar porque si no se iban a quedar sin oxígeno. Le quitó la pajarita y corrió por las escaleras con ella en la mano y él la siguió hasta llegar dentro. Donde se perdieron por la inmensidad de aquella casa.

Ella se acotó en una  cama que había en el centro de una inmensa habitación. Él se acotó a su lado sin la chaqueta del traje, primero miró para su derecha y ella hizo lo mismo, para verle. Acto seguido los 2 se miraron para contemplar la belleza del otro y para recordar cada milímetro de la cara del otro.

Al final ella se canso de estar en la misma posición que se encontraba que se colocó en donde se suelen ponen lo pies y él se apoyó en su pecho, para poder oír el latido de su corazón y para contemplarla mientras ella contemplaba uno de los retratos que él tenía de ella en aquella inmensa habitación.

Cada uno se enamoraba de una manera, ella le quería por lo romántico, lo guapo y lo pasional que él era; y él la quería por lo guapa, lo divertida y cariñosa que ella era. Eran una pareja perfecta, una pareja que nunca se rompería, a menos que uno de los 2 le pasara algo malo.

El amor que se podía notar en aquella habitación era fuerte, un amor apasionado y lleno de sentimientos positivos.

El Chico de Ojos Azules


Sus ojos de ese azul como el mar intensos, grandes y con pestañas grandes y alargadas le provocaban una mirada llena de pasión y amor. Sus labios carnosos  te gritaban para que te acercaras a ellos y los besaras. Su cabello corto, negro, liso y suave que le daba un toque más juvenil. Su forma elegante de vestir notaba que procedía de una familia con dinero, bien económicamente. Claramente se podía ver a un chico perfecto sin ningún defecto a la vista, salvo que estaba enamorado de una chica que jugaba con sus sentimientos  peor que el resto de mujeres que le rodeaban y que suspiraban por estar con él, aunque fuera solo una noche para sentir lo que otras sintieron con anterioridad.

Y allí se encontraba el chico de ojos azules, mirando a la chica de la que estaba enamorado. Esa chica. Esa chica rubia que solía llevar siempre en la cabeza un gorro, esa chica por la que llevaba meses suspirando y la cual no se podía quitar de la cabeza.

Ahora la tenía a su lado, ella con los ojos cerrados pensaba en la suerte que tenía de tenerle a él a su lado; lo que habían dado muchas chicas  por ser ella en ese preciso momento. Así que dejó que él la oliera y que la analizara.

Él la miro como si mirara a alguien por última vez, porque aunque sabía que la iba a ver más veces, le gustaba pensar que esa podía ser la última vez y para eso la contemplaba así.  Ella tenía una suerte de tenerle a su lado, porque así sería más fácil decirle lo que siente por él.

Pero cuando ella abrió los ojos, él ya no estaba, se había ido; ¿Pero a donde? Él se encontraba sentado en el asiento del medio de la parte de atrás de aquel coche negro que estaba aparcado en la acera. Se encontraba mirando al frente. Ella se subió para estar a su lado, concretamente en el izquierdo, se apoyó en él y cerró los ojos.

Él la contempló durante un segundo dormir plácidamente en su cuello, mientras el coche se movía por las calles de la ciudad en esa mágica noche iluminada por las estrellas y las farolas.

Ella estaba muy guapa durmiendo tan plácidamente y él era un romántico y estaba tan enamorado que le besó en la frente con cuidado de no despertarla.

Cuando ella abrió los ojos, pudo contemplar los ojos azules que le acompañaban en ese coche  mirándola; se ruborizó un poco y sin darse cuenta se estaban besando  en aquel coche y en aquella mágica noche de primavera.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Nuevo Blog y Nuevas Esperanzas

Hola a todo el mundo, abro este blog para escribirles aquí los relatos a partir de ahora, aunque les subiré antes los que están por partes en mi blog principal (poniendolos solo en una entrada): http://elrincondelarelop.blogspot.com y también les subiré aquí dos de mis mejores relatos, porque subiré una tercera parte pronto. (Algunos irán con foto y otros no).

Espero que sigan este blog y espero que les guste todo lo que suba a partir de ahora aquí.

Sin nada más que decirles, a parte de que recomienden mi nuevo blog para que más gente lo conozca y ya, no tengo nada más que decirles.