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domingo, 17 de febrero de 2013

La Manzana y Él


Hace dos mes o así alguien me pregunto por Ask si algún día sabríamos el nombre del novio de Holly la protagonista de los relatos La Manzana y... Le dije al anónimo que sí, pero hasta hoy no me había aventurado a escribirlo. Así que espero que os guste y podéis seguir preguntando lo que queráis acerca de mis historias o sobre mí en mi Ask. Aquí os dejo el relato y disfrutarlo.

Antes de nada decirles que es el ultimo relato de La Manzana y... Ahora si, disfrútenlo y coméntenlo:

Ha pasado 1 mes desde que Holly no le ve, 1 mes en el que ha llorado día tras día, no sale de la casa, se queda allí encerrada en el bar que no abre noche tras noche ahogando sus penas en alcohol.

-                Holly el no querría verte así - le dice su mejor amiga.

-                 ¿Y tú que sabrás? El me quería y yo le quería - dijo ella dándole un trago a su bebida.

-                Deja ya de beber, no vas al trabajo, no sales de esta casa y te pasas el día llorando por él, piensa en tu vida, piensa en que el no te querría ver así.

-                Déjame, Andrew me quería y si estoy así es porque él no está conmigo. ¿Qué me queda? Nada, he perdido al amor de mi vida y ahora la vida no tiene sentido - Holly ultimamente estaba muy pesimista.

Desde aquel accidente en el que murieron casi todos los pasajeros del avión, incluyéndole a él, Holly se había recluido en aquella casa, no quería saber de nadie. Había llorado mucho en el funeral y sobre todo en el velatorio donde le dejo una manzana mordisqueada en el regazo, una de las primeras manzanas que ambos comieron juntos.

Estuvieron a punto de casarse, pero el destino no quiso que eso fuera posible.

-                He pensado en que como Andrew ya no está conmigo no tiene sentido que siga viviendo en este mundo cruel y desalmado - comento Holly mientras el camarero le serbia otro whisky.

-                No digas eso ni en broma, da gracias a que tú no ibas en ese avión, da gracias a que tú estas viva. Quédate con esto, ahora que Andrew esta muerto debes continuar con tu vida como si nada hubiera pasado, lo primero es vender esta casa y este bar - dijo su mejor amiga quitándole el vaso de whisky y sacándola del bar. Le llevo al baño donde la ducho y luego la vistió.

-                Déjame con mi dolor - dijo ella llorando.

-                Ni loca te dejo sola, vamos a salir e ir a un sitio que si no apuramos llegaremos tarde - aquello despertó algo la curiosidad de Holly, que termino de vestirse y salió con su amiga a la calle.

Allí en la calle se subieron a un taxi, su amiga le dio la dirección al taxista que en 5 minutos las dejo en su destino, pagaron y bajaron de aquel taxi. Holly no sabía dónde estaba hasta que entraron en una sala con más gente.

-                Hola a todos, sentimos el retraso - dijo su amiga en voz alta.

-                No pasa nada tomar asiento - dijo una señora de unos 46 años de edad - Holly, ¿nos podías contar el por qué de tu dolor?

"Así que esto es un grupo de ayuda, mi amiga se la va a cargar" Pensó Holly. Respiro hondo dos o tres veces antes de hablar.

-                 Bueno, mi dolor no es otro que culpa - dijo Holly llorando - la persona que amaba murió hace unas semanas en un accidente de avión y ahora me paso todos los días en el bar que el tenia al lado de la casa bebiendo para ahogar mis penas y mi sufrimiento.

-                No puedes hacer eso, sal a la calle y relaciónate con el mundo. Tu amiga nos llamo y nos puso un poco en situación sobre tu problema. Quiere ayudarte en estos momentos tan difíciles - comento la señora que sería la psicóloga.

-                 Gracias por los consejos, los tendré en cuenta - comento Holly secándose las lagrimas y sentándose al lado de su mejor amiga.

Cuando termino ese taller, al que de comprometió volver todas las semanas, ambas amigas se separan ya que era tarde y ambas necesitaban descansar.

Holly camino hasta la casa donde se lo encontró en el recibidor, se desmayo al verle allí, él la cogió antes de que cayera al suelo. La tumbo en el sofá, cuando ella despertó, el seguía mirándola.

-                 Sal de mi cabeza, Andrew esto no tiene gracia - decía Holly en voz alta, algo que Andrew no entendía - no te aparezcas, quiero pasar página y lo mejor  será irme de esta casa.

Se levanto del sofá, pero algo le agarro el brazo para que no pudiera marcharse, Andrew la acerco a él y le beso, en un sencillo y apasionado beso.

-                Esto no pude estar pasando - dijo ella.

-                Se que me viste muerto, en realidad no lo estaba. Fingí mi muerte y el muñeco que había en el velatorio se parecía a mi - comento él mientras ella lloraba.

-                 ¿Por qué no diste señales de vida? - pregunto ella soltándose y pegándole en el pecho.

-                Porque necesitaba un tiempo para pensar en todo. Cuando el avión se estrello en aquella selva los que sobrevivimos estuvimos un tiempo allí hasta que hace 1 semana o así nos rescataron. Tuve que fingir mi muerte porque había gente que quería acabar con mi vida y no quería que eso pasara. Pero ahora ya no hay peligro, ahora estoy aquí - dijo él mientras ella le abrazaba.

Ella había prometido ir a aquellas reuniones y ahora no iba a ir porque se encontraba feliz y su vida ya era la de antes. Ambos se casaron en una ceremonia intima en la que estaban ellos y unos cuantos amigos de ambos.

Ahora Holly es feliz porque tiene un marido que le ama y un bebe fruto de su amor.

lunes, 4 de febrero de 2013

Los Tacones

Ver el mundo desde otra altura ayuda a verlo con otros ojos.
Amanda era una joven acostumbrada a llevar zapatos planos, pero cuando la contrataron en una importante empresa de comercial de cosméticos tuvo que aprender a caminar con tacones. El mundo lo veía diferente desde esa altura, parecía que todo el mundo de fijaba en ella. "Cuanto poder de atracción pueden tener unos simples tacones" pensaba ella.
Se acordara de la primera vez que los uso. Unos Manolo que en el trabajo le facilitaron, unos tacones que al principio le molestaban y le oprimían, pero cuando se dio cuenta de que con ellos era alguien, desde entonces los ha usado para todo, ha pasado de los zapatos planos (aunque se los sigue poniendo de vez en cuando).
No se despega de sus primeros tacones, sus Manolo, los tiene guardados como oro en paño. Cuando necesita recordar viejos momentos, se los pone y todo lo que ha vivido con ellos aparece.

 

viernes, 4 de enero de 2013

El Baile


Ella bajaba las escaleras con cuidado para no caerse, mientras él se encontraba en la biblioteca leyendo después de haber estado jugando una partida de ajedrez con un viejo amigo al que había ganado. Cuando ella consiguió bajar las escaleras fue a la biblioteca encontrando a Jude de píe leyendo en una pose muy provocativa.

-                Jude, ¿vamos al baile o qué? – preguntó ella desde el umbral de la puerta.

-                Si querida, vamos al baile – dijo él levantando la vista del libro y mirando a su acompañante – esta noche estás espectacular.

-                Gracias querido – él la cogido de la mano, le dio una vuelta y ella sonrió – vamos que se hace tarde.

Ambos salieron de aquella biblioteca de estilo románico y con muebles antiguos que le daban un aire de autenticidad y de biblioteca antigua. Recorrieron el largo pasillo hasta la puerta principal, donde cogieron ambos una chaqueta para no coger frío. En el coche que él poseía, ella se sentía cómoda, como si aquel coche él lo hubiera comprado para estar con ella cuando en realidad no había sido ese el motivo.

Ella encendió la música y dejó que Frank Sinatra inundara el coche con su voz hasta llegar al edificio donde se celebraría el baile. En cuestión de minutos llegamos a aquella mansión que seguro sería de antes de la Primera Guerra Mundial, era una casa grande bien cuidada, pintada en un color blanco roto, con amplios jardines a ambos lados muy bien cuidados.

Jude me explicó que este tipo de casas las usan casi siempre para fiestas y poco más, ya que son muy grandes como para que una familia viva en ella. Antes de salir del coche, le besé, no habíamos hablado en todo el trayecto y eso no era normal en nosotros. Salí del coche y la inmensidad de aquella casa me sobrecogió.

Jude apareció a mi lado y me cogió del brazo; me llevó a dentro donde un empleado me cogió la chaqueta con amabilidad. Me coloqué bien el pelo y el vestido, no quería parecer una desarrapada ni una loca.

-                Relájate, todo va a salir bien, ya verás – me tranquilizó mientras bajamos las escaleras de mármol que daban a una amplia estancia adornada con unas preciosas y caras lámparas, se que eran caras porque seguramente eran muy antiguas.

-                Hay mucha gente, seguro que me pongo nerviosa y fastidio todo – dijo ella mirando cada detalle que podía observar y a la gente que allí se encontraba. Era gente de clase alta con ropa y joyas caras. Se miró su ropa, no era gran cosa, pero sí que le había costado lo suyo, ya que no ganaba mucho – a disfrutar de la noche.

-                Así me gusta, disfrutemos de esta fiesta – había tantos camareros pasando con canapés y con bebidas, que en una de estas Jude le quitó de una bandeja dos copas de champán, una me la dio a mí y la otra se la quedó él – brindemos por nosotros, por nuestro amor.

Brindaron por el amor que sentían el uno hacía el otro, bebieron un poco del champán cuando fueron interrumpidos por alguien. Un amigo de Jude, porque ella allí no conocía a nadie. Ella se quedó donde estaba mientras él saludaba a su amigo, seguía dándole sorbos a su bebida cuando Jude apareció de nuevo, la cogió del brazo y la arrastró a la pista de baile. Todo el mundo que bailaba estaba bailando un vals y Jude quería bailarlo con ella; así que se colocaron para bailar y se quedaron bailando un rato. Para ella bailar con él era un sueño, un sueño que se había hecho realidad allí mismo en aquella casa.

-                Te quiero – soltó de repente Jude, ella le miró a los ojos y lo único que pudo hacer fue besarle, dejó que el jugueteara con su boca, dejó que Jude le metiera la lengua el tiempo que él quisiera; seguían bailando mientras se besaban – bailar contigo me ha abierto la mente, me he dado cuenta de que te quiero y de que eres la única mujer que me ha visto tal y como soy.

-                Yo también te quiero – comentó ella mientras apoyaba su cabeza en el pecho de él – desde el primer momento supe que te quería, cuando descubrí como eres no le di importancia, seguí queriéndote. Te quise y siempre te querré.