Sus ojos de ese azul como el mar intensos, grandes y
con pestañas grandes y alargadas le provocaban una mirada llena de pasión y
amor. Sus labios carnosos te gritaban
para que te acercaras a ellos y los besaras. Su cabello corto, negro, liso y
suave que le daba un toque más juvenil. Su forma elegante de vestir notaba que
procedía de una familia con dinero, bien económicamente. Claramente se podía
ver a un chico perfecto sin ningún defecto a la vista, salvo que estaba
enamorado de una chica que jugaba con sus sentimientos peor que el resto de mujeres que le rodeaban
y que suspiraban por estar con él, aunque fuera solo una noche para sentir lo
que otras sintieron con anterioridad.
Y allí se encontraba el chico de ojos azules, mirando a
la chica de la que estaba enamorado. Esa chica. Esa chica rubia que solía
llevar siempre en la cabeza un gorro, esa chica por la que llevaba meses
suspirando y la cual no se podía quitar de la cabeza.
Ahora la tenía a su lado, ella con los ojos cerrados
pensaba en la suerte que tenía de tenerle a él a su lado; lo que habían dado
muchas chicas por ser ella en ese
preciso momento. Así que dejó que él la oliera y que la analizara.
Él la miro como si mirara a alguien por última vez,
porque aunque sabía que la iba a ver más veces, le gustaba pensar que esa podía
ser la última vez y para eso la contemplaba así. Ella tenía una suerte de tenerle a su lado,
porque así sería más fácil decirle lo que siente por él.
Pero cuando ella abrió los ojos, él ya no estaba, se
había ido; ¿Pero a donde? Él se encontraba sentado en el asiento del medio de
la parte de atrás de aquel coche negro que estaba aparcado en la acera. Se
encontraba mirando al frente. Ella se subió para estar a su lado, concretamente
en el izquierdo, se apoyó en él y cerró los ojos.
Él la contempló durante un segundo dormir plácidamente
en su cuello, mientras el coche se movía por las calles de la ciudad en esa
mágica noche iluminada por las estrellas y las farolas.
Ella estaba muy guapa durmiendo tan plácidamente y él
era un romántico y estaba tan enamorado que le besó en la frente con cuidado de
no despertarla.
Cuando ella abrió los ojos, pudo contemplar los ojos
azules que le acompañaban en ese coche
mirándola; se ruborizó un poco y sin darse cuenta se estaban
besando en aquel coche y en aquella
mágica noche de primavera.
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